Autoras: María Paz Ferrand y Evelyn Chacón.
Las juventudes amazónicas recuerdan que la acción climática no se construye en los grandes discursos, sino en los territorios que ya enfrentan la crisis cada día. Desde Amazonía Aquí, compartimos una reflexión colectiva sobre lo que debería cambiar en esta COP30: más acción local y una participación juvenil que no se quede en el papel.
Mirar atrás para proyectarnos mejor hacia adelante: la acción climática debe comenzar en los territorios
“Las juventudes y los océanos compartimos la misma lucha. No somos solo el futuro, somos el presente” afirmó Stefanie Torres, presidenta de SOA Perú (Sustainable Ocean Alliance), durante la PreCOP 2025 realizada en Lima.
Sus palabras marcaron el tono de un encuentro que reunió a jóvenes, académicos y representantes de la sociedad civil de Perú y Brasil para debatir cómo fortalecer la cooperación regional y lograr que las decisiones globales respondan a las realidades locales.
En los paneles se advirtió que muchas veces el cambio climático se presenta como una “oportunidad” económica o tecnológica, pero se olvida que en regiones como la Amazonía esa crisis ya se traduce en pérdidas, enfermedades y desigualdad. No se trata solo de promover innovación verde, sino de fortalecer la resiliencia y la gobernanza local, donde se viven las consecuencias más duras del calentamiento global.
Desde la Amazonía peruana, donde los efectos del cambio climático se sienten con creciente intensidad —deforestación, contaminación de ríos, pérdida de biodiversidad—, la urgencia es clara: las decisiones globales deben tener eco en los municipios, comunidades y gobiernos regionales.
La acción climática no puede depender únicamente de las conferencias internacionales. La descentralización es esencial: los territorios deben tener recursos, voz y capacidad de decisión.
Participar no es lo mismo que ser escuchado
Otro mensaje que resonó en la PreCOP fue sobre la participación juvenil: no basta con ser invitados a la conversación. En muchos espacios internacionales, la voz de los jóvenes aparece, pero raras veces se convierte en decisiones concretas o compromisos medibles.
Las y los jóvenes que participaron en el encuentro insistieron en la necesidad de mecanismos de transparencia, seguimiento y rendición de cuentas. La participación no puede ser simbólica ni temporal: debe garantizar que las propuestas ciudadanas se traduzcan en políticas públicas y acciones verificables.
Desde Amazonía Aquí creemos que participar no es lo mismo que ser escuchado. Implica poder hacer seguimiento a los compromisos, exigir información clara y formar parte de la evaluación de resultados. La participación real requiere monitoreo ciudadano, información accesible y espacios permanentes de diálogo entre Estado, comunidades y juventudes.
En esa línea, las juventudes tienen mucho que aportar: no solo representan el presente de la lucha climática, sino que ya están implementando acciones locales, desde proyectos de reforestación hasta campañas de educación ambiental en comunidades rurales.
De cara a la COP30, que se realizará en Brasil, las juventudes no piden protagonismo simbólico, sino coherencia. La justicia climática comienza en los territorios: en los bosques, los ríos y las ciudades amazónicas donde las comunidades ya actúan sin esperar.
La COP debe dejar de ser un espacio de promesas globales y convertirse en una red de acción sostenida que conecte las voces locales con las decisiones internacionales. La Amazonía no es solo el pulmón del planeta: es también el corazón político y cultural de la acción climática.